La noche aún no se ha despedido cuando Silvia abre sus ojos. El reloj marca las tres de la mañana, es hora de empezar el día. No hay tiempo para un café, así que sale junto a su esposo y su mamá rumbo a La Terminal, en la zona 4. Deben pasar al depósito a comprar la papa que venderán en su local. 

Levantan la persiana del puesto y lo primero que suena es la música de la radio para poner un poco de ambiente a esa hora de la madrugada, cuando la luz aún ilumina tenue el ambiente. Lo siguiente es empezar a pesar la papa y armar las arrobas.

Silvia es madre de tres. El primero ya es mayor de edad, también tiene un niño de 12 años y Allisson, de 5; quien tiene la fortuna de dormir un poco más mientras su familia empieza su jornada laboral, pues es hasta las 6:40 de la mañana que su hermano mayor la lleva con su mamá, para que ella también pueda empezar su día de actividades en el Centro de Atención Integral -CAI- La terminal. 

“A las 7:05 voy a dejar a la nena a la guardería. Honestamente me gusta mucho porque ellos se desarrollan mucho y yo lo vi con mi hijo Jonatan, a quien inscribí en prekínder cuando tenía 3 años. En ese entonces era un niño muy timido y después de entrar a estudiar allí tuvo un cambio”, nos cuenta Silvia sobre su segundo hijo. 

Jonatan, el segundo hijo de Silvia, también estuvo en el CAI. Dice que lo inscribió cuando tenía 3 años, ahora ya tiene 12 y según su mamá en el CAI le ayudaron a ser un niño más sociable y desenvuelto.

Para Silvia el CAI La Terminal o “la guardería”, como le conocen, es un servicio muy importante, pues asegura que mientras Allisson está allí no se preocupa de nada, ya que sabe que está bien cuidada por una maestra y una niñera; y además aprende por medio del juego, pero no solo eso, también recibe cuatro tiempos de alimentación, que incluyen desayuno, almuerzo y dos refacciones. 

“Antes la nena no sabía convivir y al venir aquí -al CAI- empezó a platicar más, a desenvolverse más, molesta mucho porque ella es única -dice sonriendo-, pero gracias a Dios aquí he visto que su maestra, Wendy; y su niñera, Mercedes; han sido muy buenas. Ahorita ya estamos pendientes para volverla a inscribir el próximo año”, dice. 

El CAI La Terminal representa un servicio importante para las madres de La Terminal, pues según Silvia, uno de los aspectos donde más impacta es en la parte económica. “No tenemos pena de la comida de ellos, allí se las dan y en otro lugar todo es pagado y no reciben el mismo trato. Aquí les tenemos confianza y los tenemos cerca, por eso para mí es muy importante que exista la guardería”, finaliza. 

Así, mientras su mamá atiende su puesto de papa, Allisson aprende por medio del juego y de un modelo único enfocado en la primera infancia. Ella es una niña muy sonriente, inquieta y participativa. Durante su primer año en el CAI ha desarrollado sus habilidades motoras, cognitivas y sociales, que le ayudarán más adelante en su vida adulta.

El reloj marca las cuatro de la tarde, los niños empiezan a tomar sus mochilas. Silvia llega por Allisson y así finaliza la jornada de ambas. Silvia está feliz y satisfecha porque vendió toda su mercadería, mientras que Allisson, alegre y emocionada, empieza a contarle a su mami todo lo que aprendió e hizo durante el día.

Texto: Carolina Hernández
Fotografías: José López