La sonrisa de Gabriela* -nombre ficticio- es una de sus características más notorias, siempre la mantiene en cualquier lugar al que va, pero ahora ese gesto brilla aún más pues volvió con su familia luego de permanecer algunos meses en un hogar de protección y abrigo.

Mientras estuvo bajo resguardo de la Familia SBS, la adolescente participó en terapias, talleres y procedimientos de apoyo con los que se le ayudó a ser una joven segura de sí misma. Uno de estos fue el curso de Marino Mercante, el que tomó con mucho entusiasmo.

Su salida de la residencia estaba programada al cumplir los 18 años, por mayoría de edad, pero la reunificación con su familia ocurrió antes de lo esperado y logró pasar las fiestas de fin de año junto a sus parientes, uno de los deseos que guardaba en su corazón.

Conoce más de la historia de Gabriela* y el curso de Marino Mercante

Su caso es uno de los más de 1 mil 860 de niños, niñas y adolescentes que durante los últimos tres años volvieron a sus hogares con su familia biológica o ampliada, es decir, tíos, abuelos, entre otros.

Para el Subsecretario de Protección, Carlos Gómez, el trabajo de desinstitucionalización es una de las prioridades en esta cartera, y por ello se realizan esfuerzos constantes en coordinación con el Organismo Judicial y la Procuraduría General de la Nación.

“Esto no es más que el derecho que tienen los niños, niñas y adolescentes de estar en familia. No podemos hacerlo solos, por eso es importante la coordinación para que entre las tres instituciones unamos esfuerzos para avanzar en los procesos”, apuntó.

Prevención antes de institucionalizar

La institucionalización no es más que el ingreso a una residencia de protección de un niño, niña o adolescente cuyos derechos han sido vulnerados, por ello es que, a consideración del subsecretario, son sumamente importantes las acciones preventivas.

“Aquí es donde hemos avanzado también, especialmente con los programas de prevención como Profami y Casa Joven. Con ambos se busca fortalecer los vínculos familiares y buscar mecanismos protectores de la familia, y que así se evite la institucionalización”, indicó Gómez.

Casa Joven tiene funciones en cinco municipios de Guatemala, en áreas de riesgo social, donde se priorizan las actividades de prevención de violencia, embarazos en adolescentes y migración irregular. Mientras que Profami se enfoca en la educación familiar, brindando terapias individuales y colectivas, además de otras atenciones psicológicas para lograr la integración familiar.

Texto: Cecilia García
Fotos: Luis Sajché