El primer día de clases nunca es fácil, más cuando tienes 4 años y nunca te has separado de tus papás. ¿Recuerdas el tuyo?

 

¿Qué este lugar?

 

No sabía lo que pasaba, solo sé que mi mami me dejó en un lugar muy grande y con personas muy amables que no conocía, estaban disfrazadas de gatos y mariposas. Decían que eran mis maestras y que me divertiría y aprendería mucho.

 

Me llevaron al comedor, allí había muchas niñas y niños llorando igual que yo. Todos extrañábamos a nuestros padres, de repente sentí un olor muy delicioso. Sí, era cereal con leche calientita y bananos, ¡mmmmm, mi fruta favorita!, qué rico estuvo el desayuno, me sentí contenta, dejé de sentirme sola.

Terminé de comer y mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas, recordé a mi hermanita, ¿en dónde estará?, me pregunté, y no pude contener el llanto. Una de las maestras fue corriendo hacia donde estaba y me calmó, a mí y otros niños que estaban allí nos dijo que hiciéramos una fila para llevarnos hasta los baños. ¡Son de mi tamaño, qué bonitos! Era hora de hacer pipi, lavarme las manos y cepillarme los dientes

¡Empezó la diversión!

Me llevaron a un salón lleno de muchos colores, juguetes y libros, pero preferí quedarme en un rincón. Había niñeras, una de ellas me tomó de la mano y me llevó hasta una alfombra suavecita, me dio una muñeca muy linda y me puse a jugar. Cada vez me gustaba más ese lugar, pero aún así deseaba que mi mami llegara pronto por mí. 

Después, las maestras nos llevaron a todos al patio, allí encontré a mi hermanita, ella se veía muy feliz. Hicimos una ronda en donde un lobo nos quería atrapar, jugamos a hacer burbujas, tiramos muchas pelotas y pasamos por unos aros de colores. ¡Qué alegre! Fui tomando más confianza, me reí, aplaudí y brinqué mucho, ¡fue muy divertido!

Luego nos llevaron a partir un pastel, ¡y eso que no era mi cumpleaños!, pero nos dijeron que era para darnos la bienvenida. Cantamos, yo estaba muy ansiosa por probarlo. Mi amiga Margarita no se aguantó y le metió el dedo al turrón, qué risa.

¡Quiero volver!

Recordé a mi mami y a mi papi trabajando mucho en el puesto de verduras. Allí no hay juguetes, tampoco alfombras de colores y los baños quedan lejos. Estando con ellos, mi hermanita y yo jugamos en los alrededores y cuando queremos tomar una siesta, nos recostamos en una caja de cartón. Por eso hoy, mi mamá me dijo que aquí me iban a cuidar bien y que estaría segura, ¡y así fue! 

Las maestras me contaron que en dos semanas ya me habré adaptado a mi nueva rutina, pero estoy segura que será antes, pues este lugar es mucho más bonito de lo que imaginé, se llama Centro de Atención Integral -CAI- La Terminal y aquí están todos mis amiguitos, que también son hijos de otros vendedores igual que mis papás.

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Niñas y niños fueron atendidos en los Centros de Atención Integral -CAI- en 2022

La hora del almuerzo llegó. Las cocineras nos prepararon pollito guisado con arroz y, de beber nos dieron un rico fresco natural de naranja. ¡Mmmm, mi pancita quedó llenita! Además, nos explicaron que por ser el primer día la hora de salida sería a la una, así que sonó el timbre y allí estaba mi mami. Corrí hacia sus brazos y felices con mi hermanita nos fuimos a casa.

Texto: Carolina Hernández
Fotos: Luis Sajché