DE LA PRIVACIÓN DE LIBERTAD AL CAMINO DE LA REINSERCIÓN

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Al hablar con Luis* el interlocutor no imagina la gran historia de vida que guarda, porque al escucharlo refleja seguridad y mucho carisma. Sin embargo, antes de ser quien ahora es, debió demostrar que la reinserción de jóvenes en conflicto con la ley, es posible. 

Estuvo siete años cumpliendo sanción en centros de detención juvenil, en donde le encontró sentido a superarse y creer en que podía hacer cosas que aportaran a la sociedad.  Hoy es un hombre con visión de superación, estudia Pedagogía y en paralelo lleva una carrera sobre Derechos Humanos. 

“Lo importante aquí es que como infractores de la justicia en su momento, también le devolvamos algo a la sociedad, entonces esa ha sido mi meta, no solo para cinco o diez años, yo estoy en deuda con la sociedad de Guatemala de por vida”, asegura Luis.
 
Desde hace casi cinco años a Luis lo saludan cordialmente en los pasillos de una institución pública, en donde se ha desempeñado en al menos tres áreas, pues siempre busca escalar en su puesto de trabajo. 
Luis cuenta que es el séptimo de diez hermanos, su infancia y adolescencia la vivió en un asentamiento de la zona 21, en donde su entorno no era favorable, sus padres trabajaban a tiempo completo y en casa cada quien debía velar por si mismo. 

Debido a los fuertes gastos que implica tener una familia grande, sus padres solo pudieron costearle la educación hasta sexto primaria, lo más factible para él era aprender una carrera técnica y fue así como a los 16 años empezó a estudiar electricidad, pero no solo eso, también se convirtió en papá.

Las cosas se empezaron a complicar en la vida de Luis, pues siendo menor de edad, sin estudios y con una familia que sostener, no veía una solución pronta a su situación, más que aceptar las propuestas que en repetidas ocasiones le habían hecho pandilleros.

Al principio todo pareció solucionarse, el dinero y la protección que le ofrecieron nunca faltó, pero todo se desvaneció cuando fue capturado y debió enfrentarse a una larga sanción detrás de las rejas; todo su mundo se derrumbó y aquellos que dijeron ser sus amigos lo abandonaron.

El camino a la reinserción no ha sido fácil, Luis cuenta que encontró apoyo en su familia y en el equipo multidisciplinario de los centros en los que estuvo recluido. Privado de libertad empezó a estudiar básicos por medio del Centro de Estudios Extraescolares –CEEX- de la SBS, luego se gestionó que pudiera estudiar en línea un bachillerato por madurez, pero su motivación no terminó allí, decidió ser uno de los primeros reclusos en iniciar sus estudios universitarios.

Tras llevar 20 cursos aprobados de Pedagogía se le abren la puertas y se convierte en parte del equipo de docencia en el centro de reclusión y empieza a enseñar a sus compañeros, sin recibir remuneración expresa orgulloso que graduó una promoción de bachillerato. 

Su cambio de actitud  y mentalidad, así como la buena conducta y su desempeño, le sumaron puntos para que le redujeran la condena. “Tuve la oportunidad de hablar con quien en ese entonces dirigía una institución pública y le dije que cuando saliera quería trabajar para esa institución “quiero que usted crea en el trabajo que ha hecho” y fue así como se abre una puerta, no solo para mí, sino para otras personas”, afirma.

Ya con casi cinco años de labor, dice que el camino continúa y no solo dentro de la institución para la que trabaja, ya que es coordinador de una organización en proceso de legalización, orientada al apoyo de adolescentes en conflicto con la ley y la prevención, pues ayudan a chicos que viven en zonas de riesgo social. 

Su historia no termina aquí…

*nombre ficticio para proteger su identidad
Texto. Carolina Hernández
Fotografía: Nadia Cabrera