MADRE E HIJA SUPERARON LOS OBSTÁCULOS CON EL APOYO DE LA SBS

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Doña *Teresa es madre de *Candy, la más pequeña de sus cuatro hijos y por ende, la consentida de la casa. Cuenta que siempre ha sido una buena patoja, pues desde pequeña la ayudaba a tortear, oficio con el que se ganaba algunos centavos para el sostén de la casa. Sin embargo, cuando cumplió 17 años todo cambió, el mundo se le vino encima a madre e hija.
 
El motivo que desencadenó el resentimiento y el coraje de Candy surgió en 2015, cuando su padre falleció y descubrieron que tenía dos familias y debió sufrir junto a su mamá, desprecios y humillaciones. Ese fue el punto de partida para que empezara a tener malas juntas y decidiera escaparse de su casa para delinquir.
 
La angustia y desesperación enfermaron a doña Teresa, quien le rogaba a Dios que su hija regresara viva y así fue, 20 días después de haber desaparecido recibió una llamada en la que le indicaron que debía presentarse al juzgado, Candy había sido capturada y debía enfrentar proceso penal, en el cual la sancionaron con un año y medio de privación de libertad.
 
Fue así como llegó a CEJUPLIM Gorriones, en donde dice, la ayudaron a reflexionar. Tras cumplir su sanción, Candy salió con muchas expectativas y continuó su formación por medio del Centro de Educación Extraescolar –CEEX-, programa de la Secretaría de Bienestar Social –SBS-, en donde aprendió cocina, panadería, computación y culminó su diversificado.
 
Tras graduarse empezó a buscar trabajo, pero no encontró. Entonces acudió a la Dirección de Prevención Terciaria, dependencia designada a la Subsecretaría de Reinserción y Resocialización de Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal, de la SBS, en donde encontró apoyo incondicional, no solo en la parte profesional, sino en la humana.
 
Pero no solo Candy obtuvo ayuda. Doña Teresa cuenta que tras la visita de una trabajadora social del CEEX, también fue referida a la Dirección de Prevención Terciaria. “Aquí le dieron la oportunidad a Candy de trabajar en AMA por un buen tiempo y a mí me incluyeron en las reuniones mensuales de psicología, por eso doy gracias a Dios y a todo el personal porque se preocupan por nosotros, nos llaman para saber si estamos bien, cosa que ni nuestra propia familia hace”, expresa.
 
Sin embargo, lo que más agradece doña Teresa es ver el cambio en su hija, quien tenía 17 años cuando fue privada de libertad. Ahora con 21, Candy formó su propio hogar y espera a su primer bebé. “Lo que su padre no le dio, ahora sus suegros se lo dan, porque la quieren mucho y su marido es un buen muchacho, mi sueño es que en un futuro se casen”, manifestó.
 
La joven reafirma lo que dice su mamá. “Antes pensaba en hacerle daño a las personas y no pensaba en mí, ahora ya veo más claras las cosas, Dios me sacó de todo eso y mandó a personas para que me ayudaran y creyeran en mí, pues uno adentro (en prisión) dice “afuera nadie me va a ayudar, voy a volver a lo mismo y no es así, ahora me doy cuenta que en el camino que estaba no era el correcto”, dice.
 
Candy está muy agradecida con la SBS, en especial con el personal de Prevención Terciaria, porque la ayudaron a creer en sí, sus metas ahora son seguir la universidad, trabajar y darle una buena educación a su hijo. “Como no querer seguir adelante y cambiar, si miramos la generosidad de las personas, que no miran nuestro pasado, sino nuestro futuro”, finaliza.
 
*nombres ficticios para guardar indentidad.
 
Texto: Carolina Hernández
Fotografía: Nadia Cabrera