La Secretaría de Bienestar Social cuenta con cinco centros de privación de libertad, uno de estos es CEJUPPLIM Gorriones, donde cumplen su sanción las adolescentes y jóvenes en conflicto con la Ley Penal.

Algunas de ellas ingresan al centro durante su periodo de gestación, por lo cual se hace necesario contar con protocolos de atención tanto a su embarazo, así como apoyo en la etapa de crianza; además de los cuidados de los bebés.

Este 30 de septiembre se conmemora el Día Internacional de las Niñas, Niños y Adolescentes con Referentes Familiares Privados de Libertad, un día en el que se llama a los Estados a que se garanticen los derechos de la niñez y adolescencia que tengan un padre o madre en la cárcel. Y por ello te contamos cómo se atiende a las adolescentes y jóvenes y sus hijos dentro de Gorriones.  

La psicóloga del centro, Glenda Zamora comentó que la atención comienza desde el embarazo con el fortalecimiento de los lazos afectivos de las adolescentes y jóvenes, y así se trabaja el rol materno y la maternidad responsable.

“En muchas ocasiones se pueden ver los cambios que tienen las adolescentes, especialmente en la unión del infante con su madre, así como en los cuidados que ellas les dan a su hijo o hija”, expresó.

Aunque los niños y niñas pueden permanecer con sus madres en el centro de privación de libertad, las leyes del país únicamente permiten que las niñas y niños estén dentro del centro hasta los cuatro años, y posteriormente son entregados a las familias de las jóvenes si ellas aún no terminan su sanción.

“En la mayoría de los casos, las niñas y niños salen antes del centro por decisión de su madre o porque la joven ha cumplido con la sanción impuesta por los juzgados”, aclaró.

Actualmente, en el centro se resguarda a cuatro niñas y dos niños de entre seis meses a dos años de edad; quienes además de recibir atenciones y cuidados de salud y bienestar, también reciben estimulación oportuna.

La profesional añadió que los ejercicios de estimulación se realizan desde que los bebés nacen y en este proceso se incluye a la adolescente para que ella también practique los ejercicios con su hijo o hija dentro del dormitorio.

Así es en CEJUPLIV Gaviotas

Aunque en los centros juveniles de privación de libertad para varones no hay niños conviviendo con sus padres, sí hay labores tanto para fortalecer los vínculos familiares, como las competencias personales para un mejor futuro.

Una de las actividades para preservar y fortalecer los vínculos emocionales son las visitas reglamentarias, en las que se mantiene el contacto con los miembros de su familia; además de la participación constante en talleres para mejorar aspectos psicoemocionales.

Tanto en los centros para varones como mujeres se promueve la capacitación técnica y la educación formal, para que los adolescentes y jóvenes tengan habilidades para construir una vida independiente en la que puedan sostenerse, cuidar de sí mismos y también de sus familias. 

Texto: Cecilia García
Fotografías: Archivo SBS